No me quiero quedar, donde no puedo crecer.

Tener un trabajo que nos guste, nos motive y nos proporcione la calidad de vida que queremos es uno de los aspectos más importantes de la vida de muchas personas. Sin embargo, en ocasiones podemos quedarnos atrapados en un empleo que no cumpla con estas características, es decir, en la conocida “zona de confort”.

La zona de confort es un conjunto de estados mentales, hábitos y creencias que provocan que nos sintamos seguros, esto se da cuando nuestro entorno se vuelve predecible y lo más importante, que esté totalmente bajo nuestro control. Es cierto que tener cierta seguridad vital es algo necesario para el propio bienestar, sin embargo, se dice que la zona de confort es uno de los principales enemigos del cambio y cierra el paso al propio crecimiento.

A nivel laboral, esta zona de confort puede conducir a la desmotivación por parte de los empleados, volviendo complicado realizar su trabajo de forma creativa o eficiente, reduciendo la posibilidad de asumir nuevos retos y de querer explorar sus capacidades para crecer como profesionales, lo que hace que se sientan estancados y a la vez impida a la propia empresa crecer. Por tanto, la zona de confort genera una serie de hábitos, que dan lugar a una actitud pasiva y a una gran dificultad para cambiar y mejorar, las personas atrapadas en la misma suelen experimentar grandes dosis de aburrimiento, apatía y monotonía.

Un ejemplo de una persona que se encuentra en esta zona de confort podría ser el de alguien que ha encontrado un puesto de trabajo que no le permite seguir creciendo o aprender cosas nuevas, por lo que posiblemente le aburra. Aquí apreciamos dos cuestiones, la primera es que esta persona tiene algo valioso, un puesto de trabajo, la segunda es que pierde oportunidades que podría tener si se arriesgara a dejar ese empleo e intentar hacer cosas nuevas.

Una persona atrapada en la zona de confort en su trabajo sería aquella que no disfruta de lo que hace y a la que le gustaría cambiar, pero no lo hace porque le da pereza formarse y adquirir habilidades nuevas, o porque cree que no existen otras alternativas y no se molesta en buscarlas.

Conseguir un equipo de trabajo eficiente es una de las cosas más difíciles de lograr, por lo que ayudar a mejorar a los equipos debe estar entre nuestras prioridades si queremos ver crecer nuestra empresa. Para impulsar el desarrollo personal es bueno motivarlos a salir de su zona de confort.

Para conseguir este propósito alguna de las opciones que existen son, por ejemplo, motivar a tu equipo para que notifiquen los problemas abiertamente, manteniendo una comunicación asertiva además de impulsarlos en la búsqueda de soluciones. Por un lado, fomentar el aprendizaje de nuevas técnicas y herramientas de trabajo, que los profesionales deben conocer para estar actualizados. De esta forma, les impulsas a desarrollar nuevas habilidades para obtener un trabajo más eficiente. Por otro lado, proponer desafíos que rompan su zona de confort laboral, en los que tengan que ponerse a prueba con responsabilidades. Y, también, promover una actitud proactiva, aumentando la creatividad y la iniciativa de tus trabajadores y, animar a opinar es una buena forma de demostrarles que sus comentarios son valiosos y bien recibidos. Además, podrás conocer mejor a las personas de tu equipo, observar sus límites y ayudarlos en aquello en lo que tienen potencial.

Desde Grupo Humact, os animamos a romper con la rutina y a abandonar vuestra zona de confort, a enfrentaros a nuevas formas de trabajo y a no dejar de buscar vuestro crecimiento laboral y personal.

“No sabrás que lejos puedes llegar, si nunca sales de tu zona de confort”.