Detrás de un buen líder siempre hay un gran equipo.

En el entorno laboral, hace algunos años, dejamos de hablar de jefes para pasar a hablar de líderes. El primero se trata de una figura autoritaria con connotaciones negativas como imposición, frialdad, egoísmo… Por otro lado, hablamos de líder cuando se trata de una persona que se preocupa por su equipo y busca obtener lo mejor de cada uno mediante motivación para conseguir un bien común.

Queda claro que nos proporciona más tranquilidad utilizar el término líder que la palabra jefe. Pero hay que saber diferenciar un verdadero liderazgo del que no lo es, y pasar de jefe a líder no es una tarea fácil, pero si posible. Algunos de los errores más comunes de la dirección son, por ejemplo, no conocer bien al equipo, delega siempre a los mismos, no reunirse con el equipo ni fomentar la cohesión, no tomar decisiones claras, estar permanentemente ocupado de forma que no seas accesible, no transmitir confianza, etc. Nadie dijo que sería fácil.

Por otro lado, sabemos que existen diferentes formas de ser un líder y los podríamos dividir en 5 estilos distintos: liderazgo laissez-faire, liderazgo autocrático, liderazgo participativo, liderazgo transaccional y los líderes transformadores. Todos esto estilos tienen sus ventajas y también sus desventajas, pero ¿Cuál es el mejor tipo de líder? La respuesta es ninguno, y a la vez todos. Habrá situaciones profesionales en las cuales tengas que ser más autoritario y centrarte en objetivos y recompensas materiales. Pero habrá otras donde tus dotes de comunicación y tu capacidad de motivar al resto de personas sea la clave de éxito.

Entre las cualidades más importantes de un buen líder se encuentran: aprender a repartir tareas (delegar según aptitudes), buena comunicación, tolerancia ante los errores (propios y ajenos) menos lupa y más espejo, crecimiento (personal y profesional) en todo lo que hace, y activar la inteligencia, responsabilidad y liderazgo colectivos.

Como hemos visto, ser un buen líder requiere de un gran trabajo con el otro y con uno mismo, y más en tiempos de cambio como el que hemos vivido actualmente. La pandemia a hecho que nos volvamos a actualizar y volvamos a mejorar nuestras formas de liderar, pero ¿se puede ser un buen líder en remoto? 

Los rasgos necesarios para liderar exitosamente sin compartir un entorno de oficina son diferentes, aunque no son opuestos a los rasgos de liderazgo en persona. Más bien, cambian el enfoque de las relaciones interpersonales hacia las tareas y los objetivos. En un entorno remoto, la visibilidad es más importante que nunca. No solo aparezcas en video conferencias y te mantengas desaparecido el resto del tiempo, escribe, hazte visible y crea en tu equipo un sentimiento de conexión, ya no se trata de controlar la presencia sino de confiar.

Algunos de los atributos que te harán ser un buen líder en remoto son: Lograr el compromiso y la motivación de las personas a distancia, prevenir o manejar los malentendidos en la comunicación, construir confianza, administrar el ciclo del trabajo y del equipo…

En definitiva, nadie dijo que gestionar un equipo fuera fácil, es más bien una tarea difícil, pero ten en cuenta que… ¡Detrás de un buen líder siempre hay un gran equipo!